Sin paliativos ni sandeces...a lo mejor las flores pintadas algún día sobre aquella pared resultaron bellas o los cromos pegados en el álbum quedaron medianamente convincentes. Tiempo de vino y rosas, cuando la inocencia nos envolvía como papel de regalo y se caían las sonrisas.
Cintas invisibles, suaves y elásticas, media hora, bajo nubes de cartón piedra que ni llueven ni dejan llover.
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